
knightsbridge street (london)
No sé que me pasa, pero en estos últimos años mi sentimiento hacia la Navidad está evolucionando. Lo que antes era una celebración comercial, vacía e incluso triste, se está convirtiendo en un oasis de la monotonía diaria, un momento para reunirse, comer, hacerse regalos, vestirse y estar de buen humor. Incluso un momento para reflexionar de la suerte que tenemos.
¿La parte comercial? Es cierto, existe. Pero si lo paro a pensar muchos de mis hobbies y aficiones tienen un fuerte componente comercial (libros, películas, música, juegos), por lo que no veo que sea un problema el consumismo consciente, al contrario: permite que hayan artistas que puedan vivir de su trabajo y a nosotros disfrutar de él.
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