31.8.05

BEIJING


Ciudad Prohibida
Ya estamos de vuelta.
La gran cantidad de imágenes, sonidos y sabores que hemos experimentado nos han colapsado, y ahora estamos procesando toda la información.

En Beijing estuvimos casi 4 días. Una ciudad de cifras: 17 millones de habitantes (varía según las fuentes), 16.800 Km cuadrados (Barcelona tiene 101), más de 90 universidades, 9 cinturones, etc. En nuestros paseos en autobús no cesamos de ver avenidas anchas como la meridiana, pisos nuevos, solares en construcción, callejuelas. El turismo interior es muy potente, en todos los lugares turísticos hemos encontrado chinos. El clima es de lo peor de la ciudad: altos grados de humedad y no hemos visto el sol ningún día.
La Ciudad Prohíbida me gustó. De sus 9.999 habitaciones, sólo pudimos visitar una pequeña porción ya que el resto, como gran parte de Beijing, se está restaurando para que todo esté listo en el 2008 (Olimpiadas). Impresionante el poder de los emperadores. Lo mejor: los rincones solitarios que separan unos palacios de otros, y la decoración de los techos y tejados.
La plaza de Tiananmen, en cambio, no me gustó. Quizá porque la niebla no me dejó ver su dimensión o quizá porque para mí una plaza es un lugar que no alberga ningún edificio en su interior.
El Palacio de Verano es perfecto para pasar una tarde relajada (aunque no en agosto), paseando por la orilla del lago o navegando en barca por su interior.
Contrastando con la monumentalidad de lo comentado, el viajero que visita Beijing no puede dejar pasar la oportunidad de pasear por un hutong (barrios de callejuelas que rodean la Ciudad Prohibida), aquí es donde se respira la China de hace 30 años, la de las familias que heredan las casas de generación en generación, la de las puertas adornadas, los patios interiores, las calles empedradas.
Me sorprendió la limpieza de las calles de Beijing: está prohibido escupir y el permiso para poder pasear perros por la calle es carísimo, brigadas de barrenderos evitan ver un sólo papel por el suelo.
Una ciudad para visitar y perderse, pero con tranquilidad.

J

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